Una de las consecuencias más comunes en la mujer de las ptosis viscerales son los prolapsos uterinos, que se define como el descenso del útero a través del conducto vaginal, pero también pueden existir prolapsos de la cúpula vaginal (en caso de extirpación del útero), de la vejiga (cistocele), del recto (rectocele) o del intestino delgado (enterocele), apareciendo cada uno de forma asilada o a veces pudiendo coexistir.
Se debe principalmente a la debilidad de los sistemas de sostén (músculos, ligamentos y fascias) que mantienen y/o suspenden a estos órganos pélvicos, impidiendo que salgan por la vagina.
Es una patología que afecta a la calidad de vida de toda mujer y suele diagnosticarse en un 50% de las mujeres multíparas.
Las principales causas de un prolapso uterino son: el embarazo y el periodo expulsivo durante el parto, donde se produce una gran distensión de la musculatura del suelo pélvico así como del tejido conjuntivo de sostén, lo que produce su debilitamiento y pérdida de su tensión natural, bebés demasiado grandes, actividades que aumenten la presión intraabdominal, el uso de fórceps, estreñimiento…
Los síntomas más comunes y que nos tienen que hacer sospechar de la posibilidad de prolapso son:
- Sensación constante u ocasional de tener un bulto en la vagina, que suele incrementarse con la tos, bipedestación, defecación…
- Incontinencia urinaria y/o fecal
- Sensación de vagina abierta
- Pequeñas hemorragias (por el roce de la mucosa prolapsada que puede ulcerarse)
- Infecciones vesicales de repetición
- Dolor durante las relaciones sexuales.
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