La disfunción sexual es la alteración de una de las fases del ciclo de la respuesta sexual que comprende el deseo, excitación y orgasmo. La prevalencia de las disfunciones sexuales femeninas es de más del 40 % en la población.
En las mujeres, las disfunciones más comunes son la inhibición del deseo, la anorgasmia ( se trata de la ausencia de orgasmo; puede ser primaria, cuando la mujer nunca ha experimentado el orgasmo, o secundaria, cuando en un momento puntual de su vida se produce dicha disfunción) dispareunia (dolor en el acto sexual) y vaginismo ( se produce cuando los músculos de la parte más externa de la vagina se contraen involuntariamente impidiendo, dificultando o haciendo muy dolorosa la penetración durante las relaciones sexuales).
Algunas de las causas de estas disfunciones son: dolor, abusos sexuales, partos donde se ha realizado un corte (episiotomía) o bien se ha producido un desgarro de la zona vaginal o incluso anal (en estos casos la cicatriz que queda provoca dolor durante la penetración por la falta de elasticidad del tejido cicatricial), cirugías uroginecológicas, tratamientos de quimioterapia y radioterapia pelviperineal, problemas de suelo pélvico… En otras ocasiones el dolor no tiene su origen en la episiotomía o el desgarro, sino en una malposición uterina, hipertonías o existencia de puntos dolorosos en las estructuras musculoligamentosas lesionadas o afectadas durante el embarazo y parto. En el momento de la menopausia aparecen en la mujer algunos de estos problemas como la sequedad vaginal que están provocados por los cambios hormonales o en el caso de la anorgasmia por alteraciones de los mecanismo que intervienen en desencadenar el orgasmo, en este caso es más un problema vascular y nervioso.
En cualquiera de estos casos es importante un equipo multidisciplinar para poder realizar un correcto diagnóstico y un tratamiento adecuado. En nuestro caso, la fisioterapia busca mejorar y normalizar, en la medida de lo posible, la función muscular, vascular y neurológica en el suelo de la pelvis, consiguiendo de este modo que todos los tejidos y estructuras participantes en la función sexual se encuentren en las condiciones más óptimas, enseñamos al paciente a autorreconocer toda la zona del suelo pélvico, reforzar la musculatura del periné con ejercicios activos en diferentes condiciones de esfuerzo y si es necesario con aparatos de electroestimulación o biofeedback, descontracturar la zona (si es necesario) con masaje perineal y concienciar de la importancia de la gimnasia hipopresiva.